Cuando vamos a una exposición de arte la mayoría pensamos que el autor de esas obras expuestas es un privilegiado por haber llegado hasta ahí. Los mismos artistas andan buscando su primera exposición como algo importante y positivo para sus carreras.
Cientos de exposiciones de todo tipo nos rodean en todos los espacios posibles: salas de arte, museos, espacios públicos, bares, centros comerciales …
¿Qué interés tiene organizar una exposición de arte para el artista?
Desde mi experiencia, tengo muchas dudas de que exponer suponga algún beneficio para el/la artista en este caso.
Muestro lo que he hecho, os lo presento para que lo conozcáis, opinéis, disfrutéis… Es la parte final del trabajo realizado, ahora queremos que lo vea la mayor cantidad de gente posible. Que nos den opiniones, críticas, nos aporta un feedback muy necesario.
Pero para llegar a tener las obras colgadas, además del trabajo de cada autor, hay otros “trabajos” que cuestan tanto como la propia creación.
En espacios municipales y pensando en obra fotográfica, una exposición de tamaño medio (unas 30 fotografías), impresa y presentada con calidad puede costar más 3.000 €. Hay que añadir unos catálogos, tarjetas de invitación, transporte… Cantidad que paga el autor casi íntegramente.
Si el espacio es privado, hay que sumar la tarifa que los gestores de la galería cobren por el uso de la misma.
Cuando termina la exposición, las fotografías se embalan lo mejor posible, se meten al coche y a casa.
Y allí dormirán, esperando otra oportunidad de exhibirse en el futuro.
Para los autores que no vendemos obra, ahí termina la experiencia. Nos quedamos con la satisfacción de haber sido visibles durante unos días, de que nuestro trabajo ha tenido quien lo vea y lo valore, con la ilusión de un nuevo proyecto…